Anna es una de las voluntarias de nuestro equipo “Los derechos de los niños y los jóvenes”. Actualmente vive en Hamburgo, pero es originaria de Chile. Nos cuenta cómo percibe la pandemia entre sus orígenes y su actual hogar.

El autor: Anna Hanke, Hamburgo, Chile y Covid-19: Desafíos en tiempos de pandemia

Hamburgo, Chile y Covid-19: Desafíos en tiempos de pandemia  

Sin duda el Coronavirus nos ha impactado a todos. La rapidez con la que nuestras vidas cambiaron de un día para otro nos obligó a adaptarnos y a asumir que empezaríamos a vivir lo que ahora llamamos la “nueva normalidad”, con medias caras, cubiertas con mascarillas y con la distancia como la nueva norma social.

En mi caso, la pandemia me sorprendió en mis primeros seis meses viviendo en un nuevo país, añadiendo un nuevo elemento de incertidumbre al proyecto de vida que había iniciado tras mi mudanza de Chile a Hamburgo. Como muchas otras personas, vi que el futuro se volvía algo nubloso y me vi obligada a replantear mis planes. La experiencia compartida que vivimos empezó a mostrar sus diferentes caras. Como me ocurrió a mí, la dificultad de viajar aumentó la gran distancia que ya me separaba de mi familia, sin saber cuándo podría volver a verlos. La búsqueda de trabajo se convirtió en un desafío, y el aislamiento al que nos vimos obligados hizo más evidente la soledad que se experimenta cuando se vive en un país que no es el tuyo.

Aunque la pandemia ha dificultado mi proceso de integración en este nuevo país, es propio reconocer que haberla afrontado en un país como Alemania es un privilegio. Y es inevitable comparar la situación con otros países, y en mi caso, con Chile.

La situación en Chile, que afortunadamente no ha llegado a estados catastróficos, dejó en evidencia la vulnerabilidad de tantas personas y familias que, con la llegada de Covid-19, se encontraron completamente desamparadas, y profundizó la enorme brecha de desigualdad que existe en el país. Muchas personas que, por ejemplo, dependen del comercio informal, perdieron su fuente de ingresos durante la cuarentena total decretada por el Gobierno y se enfrentaron a la dificultad de cómo iban a alimentar a sus familias. Por otro lado, el cierre de escuelas y universidades dejó sin educación a miles de estudiantes que no tienen los recursos para disponer de computadores y una conexión estable a Internet para acceder a sus materiales educativos.

A pesar de ser una experiencia globalmente compartida, la pandemia nos ha hecho centrarnos en nuestras propias dificultades, que no son pocas. Casi todas las personas que conocemos se enfrentan de una forma u otra a alguna complejidad. Quizá porque no pueden ver a sus familias o porque la incertidumbre de este momento afecta a su salud mental. Pero también debemos reconocer que, desgraciadamente, la situación de Chile descrita se repite en otras partes del mundo. Vivir la pandemia en Alemania, pero al mismo tiempo ver la realidad en Chile, me ha hecho reflexionar sobre cómo también tenemos que estar atentos a lo que sucede fuera de nuestras puertas -y países- y hacernos cargo de los desafíos que como sociedad estamos viviendo. En este sentido, creo que los jóvenes tenemos un papel esencial en la reconstrucción de lo que hemos perdido en este tiempo. Tal vez a través de la investigación de nuevas vacunas, nuevas formas de mejorar la educación en línea o nuevos modelos de negocio que protejan a los más vulnerables. Muchos de los nuevos movimientos liderados por jóvenes demuestran que ésta y las próximas generaciones tienen la energía, la búsqueda incansable de lo nuevo, la determinación y la creatividad para afrontar los problemas que nos ha traído el Covid-19.